En un salón de actos Élida Tuana, la doctora en Psicología argentina, Claudia Bang, ofreció la conferencia Abordajes comunitarios en salud mental: la potencia de lo colectivo hoy, invitada por el Programa Practicantado en Psicología organizado en convenio por la Facultad de Psicología de la Universidad de la República y la Intendencia de Montevideo.
Este evento se enmarcó en el curso de formación permanente Estrategias para la intervención de problemáticas psicosociales complejas desde una perspectiva de salud mental comunitaria, que reunió a 49 participantes de diversas disciplinas —psicología, trabajo social, educación, enfermería, entre otras— junto a agentes comunitarios e integrantes de equipos de salud mental de organismos estatales y de la sociedad civil. A lo largo del seminario, los asistentes exploraron estrategias creativas y de construcción colectiva para el abordaje de problemáticas complejas, incorporando una mirada crítica, interdisciplinaria e intersectorial orientada a transformar la atención en salud mental desde un enfoque de derechos.
Un tiempo de vacío y de repliegue
En su conferencia, Bang describió el momento actual como un “tiempo de vacío”, marcado por el agotamiento de viejas formas de articulación entre políticas públicas y prácticas territoriales, sin que aún nazcan modelos nuevos. Señaló que la aceleración de la virtualidad transformó radicalmente la producción de subjetividad, incluso en los modos de encuentro comunitario: “muchos autores ya dicen que las tecnologías no son externas al psiquismo”, afirmó y advirtió que esta mutación obliga a pensar vínculos y procesos de cuidado de otra manera.
La conferencista insistió en que las prácticas fundamentales de la salud mental no ocurren en las instituciones, sino en la vida cotidiana y en las redes vinculares comunitarias. Llamó a reconocer la centralidad del cuidado, entendido como aquello que sostiene la vida, y subrayó que la fragilización de los lazos comunitarios —lo que algunos autores llaman “soledad relacional”— constituye hoy una de las problemáticas psicosociales más graves. “El duelo no se cura con pastillas, se cura con redes”, enfatizó, al reclamar estrategias que fortalezcan el sostén social.
Lo comunitario como sujeto activo
Bang cuestionó la visión de la comunidad como un simple escenario de intervención y propuso pensarla como un sujeto activo de transformación. Defendió los procesos de participación que redistribuyen poder y generan capacidad colectiva para enfrentar adversidades. A su juicio, la promoción de la salud mental comunitaria debe orientarse a “crear, sostener y fortalecer redes de contención” que habiliten vínculos solidarios.
En sus reflexiones finales, la psicóloga reivindicó la creatividad como herramienta esencial de las intervenciones comunitarias: “No se trata de reproducir fórmulas, sino de componer con lo que hay, de manera artesanal”. Para ella, la creatividad, la escucha atenta y la flexibilidad constituyen potencias técnicas del trabajo territorial, al mismo nivel que cualquier herramienta clínica. Señaló que la pandemia demostró la fuerza de las redes comunitarias, pues allí donde existían lazos previos, la respuesta fue más eficaz.