El 8 de mayo se realizó la conferencia "Antes, durante y después del desastre. Dispositivos, metodologías y técnicas interdisciplinares ante violencias hacia niñeces y adolescencias", organizada de manera conjunta por el Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV) y el Centro de Investigación Clínica en Psicología de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República.
En esta ocasión, la actividad se realizó de manera virtual, a través de la plataforma Zoom y con transmisión en vivo por el canal institucional de la Facultad en YouTube.
La conferencia se centró en la presentación de la psicóloga, psicoanalista y posdoctorada por la Universidad Nacional de Rosario (Argentina), Mercedes Minnicelli. Asimismo, el evento contó con la moderación del profesor del Instituto de Psicología Clínica, Michel Dibarboure.
Los momentos del desastre
Mercedes Minnicelli reflexionó sobre la noción de "desastre" como una irrupción que rompe la continuidad de lo esperable, especialmente en contextos de violencia hacia infancias y adolescencias. Enfatizó la necesidad de pensar las intervenciones en tres momentos: antes, durante y después del desastre. Señaló que muchas veces los equipos profesionales no contaban con herramientas adecuadas y que el foco debía ponerse en construir criterios de intervención que permitieran alojar el horror sin despersonalizarlo ni reducirlo a un protocolo.
El modo en que muchas instituciones recibieron las denuncias, exigiendo paciencia a quienes llegaban atravesados por el dolor o la urgencia fue cuestionado por la expositora. “Ese momento inicial requiere de una atención específica, sin imponer la palabra, ni acelerar procesos” afirmó Minnicelli. La dictante compartió casos en los que las intervenciones fracasaron por desconocer los tiempos subjetivos de niños, niñas o adolescentes que todavía no podían hablar del trauma. De esta forma, rechazó la idea de que siempre era necesario verbalizar inmediatamente y defendió el respeto por los silencios y los repliegues como formas legítimas de procesar.
A través de experiencias concretas, mostró cómo ciertas prácticas interinstitucionales evitaron mayores daños. Como ejemplo, Minnicelli relató una intervención en la que, en lugar de separar abruptamente a siete niños de su hogar, los equipos ingresaron al territorio, evaluaron las condiciones de vida y coordinaron acciones para preservar vínculos y garantizar cuidados.
“Conmoverse ante el dolor ajeno es fundamental para construir respuestas dignas y sostenidas (...). Con alianzas estratégicas se permiten generar otras formas de intervención más humanas y eficaces”, destacó la expositora.
Finalmente, advirtió sobre el desgaste de quienes trabajan en estas áreas. Planteó que el sufrimiento de las y los profesionales también debía ser atendido y que la rotación, la formación permanente y el trabajo en red resultan indispensables para sostener prácticas de cuidado. Minnicelli llamó a revisar lo hecho, a leer los efectos de las propias intervenciones y a construir colectivamente espacios donde el buen trato y la escucha fueran posibles. Según dijo, “solo así se puede transformar la zona del desastre en una zona de reparación”.