Desde 2017, en Uruguay al menos 151 niños, niñas y adolescentes perdieron a sus madres por violencia de género

Desde 2017, en Uruguay quedaron huérfanos por casos de femicidios 151 niños, niñas y adolescentes. Esta cifra se dio a conocer en el marco de la presentación del documento "Impacto del femicidio en la salud mental y trayectoria de vida de niños, niñas y adolescentes", que se realizó este miércoles.

Incluso, este dato pude ser menor a la realidad ya que es un registro de aquellos que tomaron contacto con la unidad de víctimas de Fiscalía y con el Sistema integral de protección a la infancia y a la adolescencia contra la violencia (Sipiav).

Otro dato que demuestra el aumento de violencia hacia niños, niñas y adolescentes se desprende de la atención que realiza el propio Sipiav. En el primer semestre de este año fueron atendidos 5.944 menores, mientras que durante todo el 2021 la cifra había sido de 7.035.

Sobre esta cifra, el presidente del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (Inau), Pablo Abdala, entiende que el subregistro existe producto de la complejidad de la detección y la falta de denuncias.

Las recomendaciones presentadas este miércoles buscan plantear una serie de pasos que se deben dar para el abordaje de estas situaciones que hasta el momento no están acordadas entre las instituciones. Estas sugerencias son producto de un trabajo de investigación de dos años donde se trabajó con víctimas de femicidios en el marco del convenio interinstitucional entre el Inau, Fiscalía, UdelaR y Unicef.

El documento busca mostrar acciones para reparar el daño y proporcionar insumos a las instituciones que intervienen, además de mostrar cuál debería de ser el primer abordaje para trabajar con estos niños y sus cuidadores.

"Para nosotros es muy importante esta alianza estratégica para dar cuenta de la necesidad de visibilizar cuando hay un feminicidio qué es lo que pasa con los niños, niñas y adolescentes que son hijos en esta situación lo que pasa con el entorno, con la comunidad, con los centros educativos", explicó la directora del Sipiav, María Elena Mizrahi.

"El impacto de un feminicidio es tan fuerte y tan grande que a veces nos olvidamos de la complejidad que tiene, las repercusiones que después tiene en el entorno y que hay niños, niñas y adolescentes por lo general", agregó. En este sentido, destacó la importancia de saber cuál es la atención que como Estado se debe brindar.

"La Unidad de Víctimas de Fiscalía es la primera que llega pero nosotros necesitamos referencias en cada uno de los territorios para tener claro a quién se llama. Tenemos que tener técnicos que apoyen junto con la Unidad de Víctimas la articulación. Por varias cosas, primero por el daño que representa; y pensar a largo plazo, la reparación de daños", aseguró Mizrahi.

Las víctimas en algunos casos quedan institucionalizadas en hogares del Inau y en otros al cuidado de un familiar. En este caso, la directora del Sipiav explicó que las instituciones dan apoyo psicológico a los niños y a las familias, además de apoyo económico.

Por su parte, Abdala consideró fundamental este trabajo interinstitucional para trabajar con las víctimas a largo plazo. "Esos niños requieren una atención y una contención muy especial para que se trabaje en la reparación del daño; no solo en cuanto a contenerlos en el momento traumático del acontecimiento específico sino que a partir de allí empieza un proceso que es de acompañamiento y de trabajar en esa reparación que, por supuesto, lleva meses y años", enfatizó.

Durante la investigación, las víctimas manifestaron dificultades para acceder a los servicios, principalmente en el interior del país. Ante esto, Abdala señaló que el Inau está en un proceso de descentralización.